viernes, agosto 07, 2015

Borges y yo (poema)



"Borges y yo",  en voz del propio autor.
La música es de Ludovico Einaudi.

 Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo xviii, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Seria exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páinas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mi podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.

No sé cuál de los dos escribe esta página.

 (El hacedor. Buenos Aires: Emecé, 1960)
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lunes, abril 01, 2013

Estarás en mi memoria



Estarás en mi memoria, por ser: 

La noche iluminada de los sueños que persigo. A veces oscura, fría, sin sentido, tétrica…; pero casi siempre luminosa, cálida, de plena hermosura. 

El resplandor de la paz, mi paz. Se agrieta y oscurece mi interior con tu silencio, a cada segundo; en cambio, si te escucho, si das alguna muestra de vida, me adelanto a paso seguro, con júbilo. 

La motivación pedida que se me escapó con los años, de tanto vivir apresurado. El futuro será lo que tenga que ser, conmigo o sin mí; pero los paisajes que se muestran en el horizonte, el cielo, los ríos, el bosque…, guardan instantes irrepetibles, únicos, que no voy a perderme de sentirlos por nada, menos ahora, en este tiempo que me resulta agradable a cada parpadeo que doy. 

La esperanza de vida eterna que siempre me he jactado de ofrecerte, siendo tú quien me la concedes, sin oprobio y con armonía. Lo sabes desde siempre: “que cada segundo / sea eterno”.

La resignación de un ave cuyo vuelo se ha postergado por tiempo indeterminado. Has revoloteado sobre mi cabeza una y mil veces, con y sin esperanza, con cansancio, al borde de la agonía…, pese a mi mal aspecto, maltrato e impasibilidad. Te has postrado de tanto esfuerzo; pero aún no es tarde: el cielo, lo descubro y avizoro, está despejado ahora. ¡Ve! 

El artista que ha moldeado el barro del que soy hechura, le ha dado vida con su soplo y hasta lo ha mostrado al mundo, por gusto, para que su arte se haga ternura. 

Quien me abre las puertas de la lujuria y me convence de no asustarme. 

Cada uno de esos libros que me ausentan de este mundo hostil. No me es arriesgado sumergirme en la sinuosa realidad, si avanzo en adelantadas páginas de ensueño y fantasía; tampoco encuentro límites, ni caminos intransitables, ni fantasmas que me asusten, si al final de mis viajes, siempre tengo la esperanza de encontrarte. ¡Me basta saber que estás ahí! 

El precipicio a donde van mis pesares, la honda caída que destroza mis temores absurdos y los pilares en los que mi soberbia se hace pedazos. 

El sol, el aire, el agua, la tierra…, elementos que bien podrían caber únicamente en tus ojos. 

El agua que ha de limpiar mi suciedad, siempre que mis desvaríos hagan que mi cuerpo se ensucie donde no deba. 

El perdón inherente que fortalece mi cerviz, la necesidad que obra en pro de arruinar toda culpa y la súplica que no he de escuchar más; es decir, mi memoria te guarda, por ser el castigo que me consuela. 

Lo que siempre he querido ser, ayer, hoy y mañana, pura bondad, fortaleza inquebrantable, luz, arcoíris, el atardecer que encanta a los ojos, las flores y rosas multicolores que abrigan el canto de las aves, la esperanza de un poeta, la música, la lluvia…, y, en suma, por ser mi inspiración. 

Como sea que tengas que ser. 

(M.V.)

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viernes, septiembre 10, 2010

PRETEXTO


Domingo ZERPA
(Argentino)


Bajamos los dos al río
no bien lloviera en el cerro:
ella con cierto motivo,
yo sólo con un pretexto.

La muy donosa traía
entre sus brazos morenos
una tinaja en continua
carambola con sus pechos.

Yo, que después de la lluvia
soy primavera por dentro,
flores de cumbres y abismos
traía en mi pensamiento.

Los dos bajamos cantando
no sé qué motivo viejo,
y los dos nos entregamos
a la voz del arroyuelo.

Ella quebró su tinaja,
yo desvelé mi pretexto...
y desde entonces miramos
un mismo cielo por dentro.
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CASI TODAS LAS VECES



Idea VILARIÑO
(Uruguaya)


Conozco la ternura
como la misma palma de mi mano.
A veces entre sueños la recuerdo
como si ya la hubiese perdido alguna vez.
Casi todas las noches
casi todas las veces que me duermo
en ese mismo instante
tú con tu grave abrazo me confinas
me rodeas
me envuelves en la tibia caverna de tu sueño
y apoyas mi cabeza sobre tu hombro.
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PARA EL ALMA IMPOSIBLE DE MI AMADA


César VALLEJO
(Peruano, 1892-1938)


Amada: no has querido plasmarte jamás
como lo ha pensado mi divino amor.
Quédate en la hostia,
ciega e impalpable
como existe Dios.

Si he cantado mucho, he llorado más
por ti ¡oh mi parábola excelsa de amor!
Quédate en el seso
y en el mito
inmenso de mi corazón!

Es la fe, la fragua donde yo quemé
el terroso hierro de tanta mujer;
y en un yunque impío te quise pulir.
Quédate en la eterna
nebulosa, ahí
en la multicencia de un dulce noser.

Y si no has querido plasmarte jamás
en mi metafísica emoción de amor,
deja que me azote
como un pecador.
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AMOR PROHIBIDO



César VALLEJO
(Peruano, 1892-1938)

Subes centelleante de labios y ojeras!
Por tus venas subo, como un can herido
que busca el refugio de blandas aceras.

Amor, en el mundo tú eres un pecado!
Mi beso es la punta chispeante del cuerno
del diablo; mi beso que es credo sagrado!

Espíritu es el horópter que pasa
puro en su blasfemia!
El corazón que engendra al cerebro
que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.
Platónico estambre
que existe en el cáliz donde tu alma existe!

Algún penitente silencio siniestro?
Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!
.. .Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
el Amor es un Cristo pecador!
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EL BESO



Manuel UGARTE
(Argentino, 1878-1951)

A veces nuestros labios, como locas
mariposas de amor, se perseguían;
los tuyos de los míos siempre huían,
y siempre se juntaban nuestras bocas.

Los míos murmuraban: Me provocas;
los tuyos: Me amedrentas, respondían,
y aunque siempre a la fuga se atenían,
las veces que fugaron fueron pocas.

Recuerdo que, una tarde, la querella
en el jardín llevando hasta el exceso,
quisiste huir, mas, por mi buena estrella,

en una rosa el faldellín fue preso
y que, después, besé la rosa aquella
por haberme ayudado a darte un beso.
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