César VALLEJO
(Peruano, 1892-1938)
Amada: no has querido plasmarte jamás
como lo ha pensado mi divino amor.
Quédate en la hostia,
ciega e impalpable
como existe Dios.
Si he cantado mucho, he llorado más
por ti ¡oh mi parábola excelsa de amor!
Quédate en el seso
y en el mito
inmenso de mi corazón!
Es la fe, la fragua donde yo quemé
el terroso hierro de tanta mujer;
y en un yunque impío te quise pulir.
Quédate en la eterna
nebulosa, ahí
en la multicencia de un dulce noser.
Y si no has querido plasmarte jamás
en mi metafísica emoción de amor,
deja que me azote
como un pecador.
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