Al final, todo acabó como él, nuestro héroe de esta historia, quiso que fuera. Hubo un día, sí, que se sintió muy seguro de levantarse a toda prisa y correr, llegar primero, ganar, sobre todo ganar. Pero el camino tuvo muchos obstáculos, abismos en los costados, lodo… No, no era tan fácil su avance, aquello lo comprobó muy pronto, después de que se viniera abajo con el primer tropezón. Y entonces sufrió mucho, porque las caídas duelen, enferman a veces; no obstante el dolor más profundo tuvo su origen en la desesperación que le produjo la impotencia. Estar ahí, detenido, inmóvil, sin poder dar un paso, viendo a las avecillas volar y cantar, recordando con añoranza los buenos tiempos, nostálgico (“Érase una vez un héroe de verdad que murió patéticamente por un simple tropiezo…”). Detenido, vertiendo sus pasos contra sí mismo. “¿Qué no lo vez?” No, nada. Suelen ser muy oscuras las travesías, luego la negrura de la noche, el frío viento, los dolores que cada vez avanzan más, hasta lo más profundo, la estoica paz que se ahonda con cada sufrimiento…, y en fin, pronto amanece y al menos hay una seguridad de que el sol va a calentar un poco.
Finalmente su gran día se fue volando, desapareció en el infinito, murió. Sin embargo, aún perdido, este día siguió latente en su cerebro. Eran escenas ficticias nada más, vagos recuerdos; pero ahí estaba en ciertos lapsos, asomándose a su credulidad. Entonces era una gran hazaña su vida, un complemento de todo lo humanamente vivido. Grande, sabiondo de los conceptos que atañen a los letrados, conocedor del arte y otras expresiones, reflexivo, un héroe, sí, veredicto final de su doctrina. Claro que, en todo caso, siempre habrá mucho de ficción, engaño, estafa, ¡y qué!, ¡vale el momento!, ¡importa las expectativas del presente!
Acabó mal, ya lo sabemos. Se dejó caer, su cuerpo rígido se fue encogiendo aún más, hasta comprimirse y formar parte de la estulticia inerte que lo conforma el todo. En adelante, tampoco lo ignoramos, él, nuestro héroe caído, será como todos nosotros. O quizás suceda, en el mejor de los casos, que olvide todo y enloquezca.
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