viernes, mayo 01, 2009

PLEITO DE AMAR Y QUERER


Andrés Eloy BLANCO
(Venezolano, 1897-1955)

Me muero por preguntarte
si es igual o es diferente
querer y amar, y si es cierto
que yo te amo y tú me quieres.

—Amar y querer se igualan
cuando se ponen parejos
el que quiere y el que ama.

—Pero es que no da lo mismo...
Dicen que el querer se acaba
y el amar es infinito,
amar es hasta la muerte,
y querer, hasta el olvido.

—Dile al que te cuente historias
que el mundo es para querer,
y amar es la misma cosa.

—Querer no es amar. Amando
hay tiempo de amarlo todo:
a Dios, al esposo, al mundo;
tocar el borde y el fondo
y amar al hijo del pueblo
como al hijo del esposo.
—¿Querer es ser para uno
y amar es ser para todos?

—No; amar es amar, y amar
es como amar de dos modos:
a unos como hijos de Dios,
y como a Dios, a uno solo.

—¿Amar y querer? Parece
que amar es lo que abotona
y querer lo que florece.

Dicen que amar no hace daño
donde querer deja huella.

Si querer es con la uña
donde amar es con la yema...

—Querer es lo del deseo
y amar es lo del servicio;
querer puebla los rincones,
amar puebla los caminos;
queriendo se tiene un gozo
y amando se tiene un hijo.

—Amar es con luz prendida;
querer, con luz apagada;
en amar hay más desfile,
y en querer hay más batalla.

—Luego querer no es amar;
querer es guerra con guerra
y amar es guerra con paz...

—Querer no es lo que tú sientes,
querer no es lo que tú piensas;
tu querer de agua tranquila
ni bulle ni arrastra piedras.

Querer no es esa apacible
ternura que no hace huella.

Querer es querer mil veces
en cada vez que se quiera.

Querer es tener la vida
repartida por igual
entre el amor que sentimos
y la plenitud de amar.

Es no dormir por las noches,
es no ver de día el sol,
es amar sin dejar sitio
ni para el amor de Dios.

Es tener el corazón
entre las manos guardado,
y si ella pasa, sentir
que se nos abren las manos.

Es tener un niño preso
y envejecido en la cuna;
querer es brasa que vive
de la propia quemadura.

Es no reír, porque hay algo
de lágrimas en la sonrisa-,
es no comer, porque sabe
a corazón la comida.

Es haber amanecido
sin habernos explicado
cómo sin haber dormido
pudimos haber soñado.

—Todo eso es querer y amar,
y amar es más todavía,
porque amar es la alegría
de crearse y de crear.

Es algo como una idea
que inventa lo que se quiere,
porque al quererlo lo crea.

No hay un hombre que supere
a la versión que de ese hombre
da la mujer que lo quiere;
ni existe mujer tan bella,
ni existe mujer tan pura
como la que se figura
el hombre que piensa en ella.

Por eso, al estarte amando,
si con un amor te quiero,
con otro te estoy creando,

y tú, en el querer que sientas,
si con un querer me quieres
con otro querer me inventas.

Pero allí no se detiene
la creación del amor
e inventa un mundo mejor
para el que ni mundo tiene.

Y el amor se vuelve afán
de gritarle al pordiosero:
—Quiero, y porque quiero,
quiero que nadie te quite el pan.

Que nadie te quite el vino,
que no te duela en los pies
la limosna del camino.

Que te alces, alzado y frío
el puño de tu derecho,
prestado en rabia a tu pecho
el amor que hay en el mío.

Del obrero y sus quereres
todo el rescoldo se vea
cuando haga la chimenea
suspirar a los talleres.

Y en la voz del campesino
vaya un poco de mi amor,
como de savia en la flor,
como de agua en el molino.

Y así el amor es caricia
que se nos va de las manos
para servicios humanos
en comisión de justicia.

Amar es querer mejor,
y si le pones medida,
te resulta que el amor
es más ancho que la vida.

Amar es amar de suerte
que al ponerle medidor
te encuentres con que el amor
es más largo que la muerte.

Y en el querer lo estupendo,
y en el amar lo profundo,
es que algo le toque al mundo
de lo que estamos queriendo.

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