jueves, noviembre 06, 2008

Carta 6

Jueves, 24 de julio

Hay tantas cosas que quisiera decirte, D. Muchas. Todas con algún sentido poco usual, reservadas, ocultas dentro de un caparazón que tiende a ser fuerte pero que ahora está sensible y débil, muy débil. Bien pudiera no hacer nada e ignorar mis intenciones, que en verdad, lo digo ahogado en una penumbra casi complaciente, no están justificadas. A estas alturas no puedo decir que lo estén, ¡no puedo! Pero ya vez, aun sin poder y con alguna excusa que va más allá de lo que "yo" quisiera, aquí estoy, en cada palabra, en cada lamento patético que tiene mucho de "sensible", "débil", o lo que pudiera ser (incluso en los mensajes de texto). Estoy aquí, frente al ordenador, y trato (sí que trato), de organizar todas esas cosas que "quisiera decirte". Organizarlas en muchos renglones, sin paz, con frases continuas y espontáneas, con o sin intención de hacer que me prestes atención, sin usar términos rebuscados, y, sobre todo (esto es lo que me causa cierta complacencia en toda esta oscuridad fútil), con el estoicismo latente en mis entrañas por saberte lejos de mí para siempre. Y entonces, si te imagino ahora, siento como que tengo ganas de sentirme derrotado, sin acceso a tu cuerpo, caído, desangrándome (bueno, quizás exagero en esto), "cayendo al precipicio junto a las canciones que en estos instantes van corroyendo mis oídos". Por otro lado, tomando en cuenta mi lado racional y excluyendo mi emotividad, creo saber que todo lo que hago, digo o escribo, está demás. Este absurdo es una "Puesta en escena" de "Fortuna". No hay que darle la contra, no. Es decir, no lo hagas tú: no vaya a ser que haciéndolo cayeras al precipicio y llegases a odiarme creyendo que te he arrastrado demás. Te sugiero, para tal caso, que vayas en pos de otro ser humano y le consultes qué es lo que mejor te conviene. Hazlo, deja tu inteligencia atrás y ve, sepúltame lejos de tus recuerdos, obvia lo que tantas veces me dijiste y excluye también lo que yo te dije. Y cuando, si es que alguna vez recurro a ti, háblame como hoy, pídeme que "analicemos la situación" que nos concierne, recúbrete de racionalidad y se quien siempre te proclamaste ser: una mujer emancipada... Todo lo que quieras, amor grande, todo lo que quieras. Por tu bien.

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