(De las partidas en los juegos de mesa los consejos fluyen en cantidades alarmantes; y del verbo, le insistió, que se repone con artificios y ostentaciones fonéticas, no esperemos que adopte un sentido común. Pero si los desmedrados que decapitan remilgos con predicciones póstumas sobre los herejes se abrieran al susto, al menos, los convictos desatinados no osarían nunca a reventarse los perdigones de fuerza sacramental sobre sus repatriados esqueletos. Lo que digo, concluyó, o lo que he tratado de decirte, radica en tus desvelos. Y entonces ¿apago ya las luces?)
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