Miguel hernández
(Fragmento del auto sacramental Quien te ha visto y quien te ve, 1934.)
... Por de fuera
tengo la corteza áspera,
pero por de dentro tengo
tierna de palmito el alma.
Glorifico lo que toco,
de altura lo animo y gracia;
y el que me lleva, llevando
está la victoria en andas.
Para llegar al Señor,
fabrico eternas escalas
que, sin un arco de dudas,
suben rectas a su estancia,
y allí ya, resultan cálices
y ángeles de bronce y ámbar.
Muchos miran a mi altura,
no por los bienes que guarda,
sino por los que gotea,
maná de mieles y pasta.
¡Bienaventurado aquel
que sin fijarse en mis ramas
ni en mis frutos llegue a mí
sólo por amor, por ansia
de tenerme y de mirarme
con enamorada rabia!
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