Anónimo
—Rosa fresca, rosa fresca, tan garrida y con amor,
cuando te tuve en mis brazos, no te supe servir, no;
y ahora que te serviría, no te puedo tener, no.
—Vuestra fue la culpa, amigo, vuestra fue, que mía no;
enviásteme una carta con vuestro servidor,
y en lugar de cumplir, él me dijo otra razón:
que eras tú casado, amigo, allá en las tierras de León;
que tenías mujer hermosa e hijos como una flor.
—Quién te lo dijo, señora, no te dijo verdad, no;
que yo nunca entré a Castilla, ni allá en tierras de León,
sino cuando era pequeño, que nada sabía de amor.
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