Ven conmigo,
saltemos a este precipicio,
abracemos juntos a la muerte...
Con calma,
mucha calma,
sin detener la caída,
sin súplicas, sin llanto,
abreviando el dolor en un parpadeo.
Ven conmigo,
regocíjate de esta marcha,
háblale al aire, extiende las manos,
rueda, grita, golpea al vacío,
y mientras tanto, yo cerca,
la sangre ha de embelesarnos;
mientras tanto,
te hablaré con gestos débiles,
errabundos, inspirados en el dolor.
Después, lo sabemos ya,
un año nuevo ante tus ojos,
libre de todo, exento de molestias.
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